ARTE, HERÁLDICA Y PROPAGANDA: POLÍTICA DEL PODER

Desfile

 

 

 

 

Conferenciante: Juan Marcos Madoz y Larralde-Loidi

Desde la más remota antigüedad se han utilizado la arquitectura y el arte como una consciente manifestación de poder. La erección de templos, palacios y diversas construcciones por iniciativa de los gobernantes contribuía a la legitimación de su autoridad, constituía una forma de propaganda de los fundamentos de su poder y
potenciaba la imagen intimidatoria del Estado.

En el siglo XVI la propaganda desempeña un papel esencial en la configuración y consolidación de las diferentes monarquías europeas. Las monarquías absolutistas harán uso sistemático de las más diversas técnicas propagandísticas, desde todo tipo de formas artísticas (literatura, pintura, teatro, etc.) hasta las más populares y cercanas a sus súbditos (fiestas, desfiles, conmemoraciones) con el objetivo principal de consolidar su imagen y de la de su dinastía frente al pueblo.

La fiesta, con su capacidad para crear un tiempo y un espacio utópicos, fue un recurso muy eficaz para explicitar principios reguladores de la sociedad estamental. La noción de fiesta estaba entonces íntimamente unida a la idea de lo sagrado, del rito y de la ceremonia, de la gloria personal y dinástica. El conjunto de actividades efímeras que la integraban dio lugar a un arte exquisito y deslumbrante, en el que todo resultaba maravilloso y fascinante. De estas singulares manifestaciones hoy solo conservamos algunos vestigios y testimonios fragmentarios, y entre éstos, el “Triunfo del Emperador Maximiliano”, en la copia de la Biblioteca Nacional, nos va a permitir el acercamiento al Cortejo del Emperador.

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